Liderazgo Femenino sin Barreras: Estrategias para Silenciar el Síndrome del Impostor

En el mundo del liderazgo femenino, el síndrome del impostor es un enemigo silencioso que afecta a muchas mujeres. Desde que fue conceptualizado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1970, ha quedado claro que incluso las líderes más competentes pueden ser víctimas de este fenómeno, sintiendo que no merecen su éxito y temiendo ser “descubiertas” como fraudes. Como mujer en una posición de liderazgo, es crucial que reconozcas y enfrentes este desafío, no solo para proteger tu autoconfianza, sino también para asegurarte de liderar tu vida personal y profesional con autenticidad y seguridad.  

Así que comienzo preguntándote: 

¿Con qué frecuencia sientes que no perteneces, que no mereces ese reconocimiento, o que no estás calificada para ese nuevo desafío?  

El síndrome del impostor puede manifestarse más a menudo de lo que creemos, especialmente durante períodos de transición, altos niveles de estrés o cuando asumimos nuevas responsabilidades. También puede aparecer cuando enfrentamos tareas fuera de nuestra zona de confort o cuando estamos rodeadas de colegas altamente exitosas. 

Pero mira que curioso, que lo que en un principio se pensó que afectaba principalmente a mujeres, se ha demostrado que también es común entre hombres y personas de todas las edades y profesiones. Lamentablemente, nadie parece estar a salvo de experimentar este síndrome en algún momento de su vida. 

De hecho, un estudio reciente de Korn Ferry reveló que la alta dirección, incluidos los CEOs (71%) y otros ejecutivos senior (65%), luchan con sentimientos de duda en el trabajo. Esto me hace pensar que, efectivamente, el síndrome del impostor parece ser una realidad que no discrimina, afectando a personas en todos los niveles de éxito y logros. 

Sin embargo, muchas veces me pregunto por qué las personas hablan del síndrome del impostor con tanta normalidad, como si se tratara de un simple resfriado, o peor aún, como si fuera una condición humana inmutable. En mis sesiones de coaching y talleres, escucho frecuentemente frases como: “Sí, estoy sufriendo del síndrome del impostor, y por eso no me he atrevido a…”. Pero no es solo el verbo “atrever” lo que nos limita, sino muchas otras acciones que dejamos de hacer, sintiéndonos atrapadas o paralizadas por esa voz interna del síndrome del impostor. Voces que dicen, por ejemplo: 

  • “No me atrevo a postularme para ese puesto.” 
  • “No es justo que reciba ese reconocimiento…” 
  • “No soy lo suficientemente buena para…” 
  • “Me falta aún mucho por aprender para…” 
  • “Mejor sigo adquiriendo más experiencia mientras…” 
  • “No debería celebrar esto…” 
  • “Creo que no hice nada extraordinario para merecer…” 
  • “Aún no estoy lista para…” 

Y así, la lista se extiende. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Nos quedamos así, como condenadas de por vida?  

Seguramente mientras lees esto, te estarás diciendo: “Bueno, la verdad no es tan grave, esos pensamientos me pasan solo a veces”. 

Así que te pregunto: ¿Qué tan consciente eres del impacto del síndrome del impostor en ti? 

Las respuestas pueden no salir tan rápidamente como quisieras, y eso está bien. Lo importante es comenzar a reflexionar sobre la frecuencia con la que surgen estos pensamientos, emociones y sentimientos en ti. Ser consciente del impacto del síndrome del impostor es crucial porque puede erosionar tu autoconfianza, haciendo que cuestiones tu valía, tus relaciones, tus decisiones y logros. Además, puede tener una variedad de efectos negativos, afectando tanto tu bienestar emocional como tu desarrollo profesional. 

¡Así es, tal cual! De acuerdo al artículo “Prevalence, Predictor, and Treatment of Impostor Syndrome: A Systematic Review” (2019), entre los principales efectos del síndrome del impostor se encuentran: 

  • Baja autoconfianza: Las personas a menudo sienten que no son competentes, y a pesar de sus logros, pueden dudar de sus habilidades, fortalezas y talentos, atribuyendo su éxito a factores externos como la suerte. 
  • Ansiedad y estrés: La constante preocupación por ser “expuestas” como un fraude puede llevar a niveles elevados de ansiedad y estrés, resultando en agotamiento y afectando la salud mental. 
  • Procrastinación y perfeccionismo: Algunas personas pueden procrastinar como una forma de evitar el juicio, mientras que otras pueden convertirse en perfeccionistas, revisando su trabajo en exceso para evitar errores que podrían “revelar” su supuesta incompetencia. 
  • Estancamiento profesional: El síndrome del impostor puede impedir que las personas aprovechen nuevas oportunidades o asuman roles de liderazgo. El miedo a no estar a la altura puede hacer que eviten postularse para promociones o asumir proyectos desafiantes, limitando así su crecimiento profesional. 
  • Problemas en las relaciones interpersonales: También puede afectar cómo te relacionas con amigos, colegas y superiores. Puedes ser reacia a colaborar o buscar ayuda, creyendo que esto podría exponer tus supuestas deficiencias. 
  • Síntomas depresivos: En casos severos, la combinación de baja autoestima, ansiedad y estrés prolongado puede contribuir al desarrollo de síntomas depresivos. 

Como ves, no es para menos que tomemos en serio el síndrome del impostor porque puede limitar tu capacidad para liderar con confianza y autenticidad.  

Pero, te tengo una buena noticia: ¡ya es hora de reducir su poder sobre ti! 

Aquí te comparto mis estrategias para silenciar la voz del síndrome del impostor: 

  1. Tomar consciencia plena de tus emociones 
    El primer paso es ser consciente de cuándo y por qué aparece esa voz crítica. Identifica las situaciones que desencadenan esos pensamientos: ¿es cuando te enfrentas a un reto nuevo, cuando recibes un elogio, o al compararte con los demás? Reconocer estas emociones—ya sea miedo, vergüenza o inseguridad—te permite entender el origen de tu esa voz de juicio y te prepara para abordarlo con mayor claridad. 
  1. Fortalece tu autoestima a través de la reconexión interna 
    Es esencial vincular tu éxito externo con tu autopercepción de valor. No es suficiente con alcanzar metas; debes permitirte internalizar esos logros. Recuerda que cada éxito es un reflejo de tu esfuerzo, talento y dedicación. Al fortalecer esta conexión, comienzas a ver tus logros como parte integral de quién eres, no como eventos aislados. 
  1. Reconoce y celebra tus talentos únicos 
    Escribe una lista de tus fortalezas y talentos, esos aspectos que te hacen única. Haz esto regularmente y revísala cada vez que el síndrome del impostor intente socavar tu confianza. Este ejercicio te ayuda a fortalecer tu autoconfianza y a mantener en perspectiva todo lo que aportas, no solo a tu trabajo, sino también a tus relaciones y a ti misma. 
  1. Practica la gratitud como un hábito diario 
    La gratitud es una herramienta poderosa para contrarrestar la negatividad. Al enfocarte en lo que tienes y en lo que has logrado, desplazas el enfoque de lo que “falta” hacia lo que ya es abundante en tu vida. Cada mañana, comienza agradeciendo por tres cosas que te hagan sentir plena y satisfecha. 
  1. Acepta tus áreas de mejora con Compasión 
    Reconocer que tienes áreas de crecimiento no significa que seas insuficiente. Al contrario, esta aceptación es un signo de madurez y auto-conocimiento, y sobre todo, de amor propio. En lugar de verlo como una debilidad, entiende que mejorar y aprender continuamente es parte de tu proceso de evolución personal y profesional. 
  1. Considera buscar ayuda profesional 
    A veces, superar el síndrome del impostor requiere más que leer libros o escuchar podcasts; requiere un trabajo interno más profundo. Buscar la ayuda de un coach especializado o de un terapeuta puede ser un paso poderoso hacia la sanación y el fortalecimiento de tu autoestima y autoconfianza. No subestimes el poder de tener a alguien que te guíe en este camino; es una inversión en ti misma y en tu futuro. 

Por último, te invito a ver más de mis estrategias sobre cómo silenciar el síndrome del impostor en este video:

Y recuerda, superar el síndrome del impostor no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere paciencia, práctica, y, sobre todo, compasión y amor propio.  

No estás sola en este viaje, y cada paso que das hacia adelante es un testimonio de tu fuerza y determinación. 

¡Sigue adelante, porque lo vales!