La Normalización del Dolor: Mujeres en el Mundo Laboral

Te levantaste ese día con malestar, como con un poco de dolor de cabeza, pero no es tan fuerte como para que “te quedes en la cama y no vayas al trabajo”. Cuando estas tomando tu baño te das cuenta que lo que te pasa es que te duele el vientre, estas inflamada y tu cuerpo con la hinchazón “normal de esos días del mes”…

Del 1 al 10 digamos que te duele 8… así que buscas una ropa que te quede más o menos holgada y cómoda, que no te apriete la panza y que además te haga sentir internamente como si estuvieras en pijamas; porque eso es en verdad, como te provoca estar.

¡Pero no!, te vistes, te arreglas, te pones tus tacones, coges tu bolso y te vas al trabajo, a “tratar” de poner tu mejor cara….

Luego de que llegas al trabajo, la que siempre te conoce de una vez te dice al entrar en su oficina: ¿te vino la regla, ¿verdad?   Y tu solo volteas los ojos.

Parece algo chistoso, pero no.  Eso me ocurrió cientos de veces en mi vida y estoy segurísima de que, a todas en muchos momentos, por no decir en cada mes, nos ha pasado.

Con el pasar de los años y como vocera de la igualdad de género, ahora me pregunto. ¿Por qué seguimos normalizando esto de hacer como sino nos pasara nada en el trabajo, cuando estamos sintiéndonos físicamente mal?

Si, las respuestas muchas veces son:

-Como vas a decir que te vino el periodo? Estas locas, eso es algo personal.

-No te muestres “hormonal” porque si no, no te toman en cuenta.

– En el trabajo no se ventilan esas cosas personales de mujeres.

– Ya ves, es mejor tener a hombres en esas posiciones.

– Ni que fuera un tema tan grave tener dolor de vientre.

Y quizás ahora en sus cabezas les vienen montones de frases como estas que han experimentado en sus vidas.

En el camino de la igualdad de género se ha venido avanzando, despacio, paso a paso, pero se han tenido significativas conquistas en áreas como acceso en la educación, empoderamiento económico, participación de las mujeres en la vida política, reducción de brechas salariales, igualdad de oportunidades, entre otras áreas.  Por supuesto que sigue habiendo muchas otras áreas donde aún tenemos que romper los esquemas y abrir ese espacio para ser tratadas con respeto, con igualdad y con consideración.  Consideración porque soy humana, porque no me puedo concentrar igual si estoy físicamente sintiéndome mal, porque no debería ser ridiculizada en el trabajo por estar “hormonal”, porque no debería ser discriminada por tener mensualmente una condición natural bendita, como lo es, la menstruación.

La narrativa debe cambiar, porque como seres humanos tenemos dolores físicos naturales, o nos enfermamos, etc, y no deberíamos seguir pretendiendo de que no nos pasa nada cuando lo que queremos es estar en cama tomando el calmante para el dolor.

Esto esta tan normalizado que pasa totalmente desapercibido en el día a día, por mujeres y hombres.  

Esta tan normalizado, que es como si nos anuláramos en ese rol de mujer que tenemos y dejamos sólo los otros roles que corremos en paralelo: mama, esposa, líder, estudiante, etc.

Nos han enseñado a que debemos aguantar, que debemos callar, que debemos pretender, que no debemos quejarnos, que no debemos ser emocionales, porque todo eso, está asociado con el sexo débil.

Todos estos patrones, inconscientes en muchos casos, nos impiden ver el maravilloso ser humano que somos.  Las mujeres somos bendecidas por tener esa posibilidad de regenerarnos cada mes, de ir con el ciclo de la vida en sintonía con la luna y con la Madre Tierra.   

Es como la autora Miranda Gray, explica en su libro “Luna Roja:Emplea los dones creativos, sexuales y espirituales del ciclo menstrual” donde presenta una serie de ideas y conceptos destinados a ayudar a las mujeres a comprender y honrar su ciclo menstrual. Gray sugiere que el ciclo menstrual no es solo un proceso biológico, sino una fuente de poder creativo, sexual y espiritual para las mujeres.

En lugar de ser visto como una carga o una molestia, el ciclo menstrual puede ser reconocido como una fuente de energía y conocimiento.   Entonces, requerimos de hacer un trabajo interno profundo, comenzando por identificar esas frases que nos decimos, muchas veces cargadas de negatividad o molestia y empezar a recrearlas asociándolas con pensamientos positivos y creadores.  Esto nos ayudara a conectarnos más profundamente con nosotras mismas.   Incluso, deberíamos comenzar por celebrar cada mes, honrando nuestro ciclo menstrual, para poder así encontrar una mayor conexión con nuestra propia esencia y con el universo en general.  

Cuando esto comience a suceder con cada mujer y luego con todas a nivel masivo, el nivel de nuestro colectivo se elevará y allí comenzaremos a tener otro tipo de conversaciones, de miradas y por supuesto de sociedad.

Estará entonces permitido y normalizado que una mujer pueda decir en una junta que se retira porque le duele el vientre.  O que decide quedarse en casa porque tiene malestares y debe cuidarse.  Así como lo sugiere la autora, Christiane Northrup, en su obra “Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer” donde nos habla de la importancia del autocuidado y la autoconciencia.  Northrup nos dice que debemos escuchar el cuerpo, comprender nuestros síntomas y buscar adoptar prácticas saludables que promuevan nuestro bienestar físico, emocional y espiritual.  Es decir, en vez de anularnos y pretender que no nos pasa nada, debemos tomar consciencia, escuchar nuestro cuerpo, y alzar la voz para poner límites a nuestro entorno y cuidarnos.  

Por poner límites me refiero a ser consciente cuando ese rol de ser “protectora” nos lleva a anularnos. Con sus consideraciones particulares claro está.  Pero si tienes en casa a tu pareja, sana, porque no pedirle que cocine, o que busque los niños en la escuela o que saque a pasear al perro, cuando tu estas sintiendo verdaderamente mal.  

Por poner límites, me refiero a poder decir que atenderás a tus reuniones desde casa.  O que no asistirás simplemente porque estas con malestares.  Poner límites me refiero a que tu misma te pongas limites, escuchándote.   Poner límites me refiero a que le hagas ver a tu jefa, que esta está permitido expresar que estas mal y que vas a tomar cuidado de ti, así como ella misma debería hacerlo. Poner límites es enfrentar con seguridad esos comentarios peyorativos que escuchas en tu trabajo como: “uy la jefa vino hormonal, mejor no acercarnos”. El camino de lograr una equidad de género nos seguirá llevando tiempo y un esfuerzo diario, que implica el ser más consciente, el amarnos más, cuidarnos más y aceptarnos más.   Podemos y debemos seguir reaprendiendo y con compasión y paciencia educar a hombres y también mujeres en los nuevos espacios de igualdad.