Estaba conversando con una de mis Mentee a la que he estado apoyando a lo largo de los años en su desarrollo. Ella me hablaba de sus objetivos profesionales para el próximo año, y uno de ellos es prepararse para dar ese próximo salto en su carrera dentro de un año. La escuché, hice preguntas y terminamos la conversación. Sin embargo, me quedó resonando en mi cabeza una vez más esta pregunta: ¿por qué las mujeres nos establecemos expectativas tan bajas para nuestra carrera? ¿Por qué siempre pensamos que debemos tener el 100% de las habilidades para levantar la mano para esa posición?
Una vez más, veía esta barrera limitante en la cabeza de una mujer brillante y un ser humano espectacular. Y esto no solo le pasó a mi Mentee; he visto a lo largo de mi carrera a decenas y decenas de mujeres con el mismo patrón de comportamiento. Yo misma he tenido ese patrón en muchas oportunidades.
Este es el tema de fondo:
- Nos establecemos expectativas no desafiantes para nuestras carreras.
- No nos creemos aún lo suficientemente preparadas para eso que tenemos o queremos hacer.
Les quiero contar cómo es que estas dos cosas se pueden solucionar, con base en mi experiencia personal y acompañando a más mujeres en su desarrollo.
El tema de definir metas desafiantes en la carrera no es porque no seamos capaces o no tengamos claridad sobre lo que queremos a largo plazo. Muchas mujeres tienen clarísimo lo que quieren a largo plazo. Sin embargo, puedo decir que un alto porcentaje no lo tiene tan definido en términos de qué quiero hacer y para cuándo. Sino que más bien lo dejan un poco en manos de la empresa o de lo que su jefe está pensando para ella. Esto lo he visto muchísimas veces. Debemos trabajar en esa barrera mental, producto de los temas sociales que hemos heredado y que aún tenemos que quitarnos para atrevernos a DISEÑAR ese futuro que queremos para nosotras.
Sí, debemos dejar la flojera de no dedicar el tiempo necesario para 1. REFLEXIONAR y pensar qué es lo que quiero para mí, cuál es ese propósito que aún no estoy viviendo, qué me gusta hacer. Es como atrevernos a soñar sin límites y pintar en un lienzo blanco todo eso maravilloso y espectacular que queremos para nosotras. Ese simple primer paso es omitido la mayoría de las veces. El segundo paso es desarrollar nuestra ambición. Una de las definiciones que da la Real Academia Española sobre ambición es una “cosa que se desea con vehemencia”, ese deseo ardiente de conseguir algo.
Socialmente, la ambición ha estado asociada a los hombres y es bien visto que un buen hombre sea ambicioso, que quiera lo mejor para su desarrollo, que se supere y tenga riquezas, que quiera lo mejor para su familia, etc. Pero a las mujeres no se nos asocia con este término de la misma manera; puede ser hasta una característica negativa para una mujer. ¡Eso está totalmente errado, mujeres! Sí podemos tener ambición, sí podemos desear eso que queremos con vehemencia y hacer todo lo necesario para lograrlo. Tenemos que comenzar a practicar más en nuestro día a día la ambición, sin límites, para querer lo mejor para nosotras mismas (aclaro que siempre dentro del marco de que el bienestar personal no vaya en detrimento del de los demás).
El tercer paso, una vez que nos damos el espacio para reflexionar sobre lo que queremos y es nuestro propósito, y que practicamos la ambición para diseñar con detalles y abundancia eso que queremos, es decretarlo. Decretar no solo es escribirlo en un papel y pegarlo en nuestra cartelera de objetivos; eso es súper importante y tiene validez para el trabajo diario que viene posteriormente. Además de eso, es crucial que comuniques tu expectativa a tu jefe, a tus mentores y a los niveles altos de dirección que toman las decisiones. ¿Cómo lo haces? En esas reuniones uno a uno que se suelen dar una vez al año con tu jefe o con tus mentores o algún sponsor que tengas en la organización. Y digo una reunión como mínimo, pero la verdad es que deberías comunicar esas expectativas con claridad con cierta frecuencia, buscar esos espacios para crear esas conexiones y sobre todo PEDIRLES a ellos cómo te pueden ayudar a lograr eso que quieres. Esa pregunta es crucial para que las mujeres la practiquemos. Por ejemplo, en esa conversación con tu jefe, le dices: “Te pregunto, jefe, ¿cómo me podrías ayudar a lograr mi objetivo de carrera?” ¡Y allí silencio! Para ver cómo fluye esa respuesta y créeme, te puedes conseguir sorpresas maravillosas.
Así que, mujeres, a poner altas para nuestras carreras o negocios, expectativas altas para ser tratadas con respeto, como reinas; expectativas altas para ser amadas, y así en todos los ámbitos de la vida.
Lo anterior también está muy ligado con esa creencia de que “No nos creemos aún lo suficientemente preparadas para…”. Esto sucede una y otra vez, incluso en mi trabajo como coach con mujeres líderes de alto desempeño. Aparece esta creencia, quizás no en su mundo laboral, pero sí en ciertas áreas de su vida personal. Es un tema de género y de patrones culturales errados que vienen de generación en generación, desde nuestras bisabuelas, y aunque ha avanzado, queda mucho camino por recorrer.
¿Por qué? Porque estos cambios en los patrones de pensamiento no ocurren de la noche a la mañana. Como todo en la vida, para evolucionar, el primer paso es ser consciente, tener esa “awareness”, como se dice en inglés, para reconocer eso que pienso y, en consecuencia, pongo en práctica en mi vida. El no sentirnos suficientes lo he trabajado durante años, desde mi amor propio como mujer, hija, madre, esposa, hasta en mi vida laboral. ¿Se puede cambiar? ¡Sí, claro que se puede! Comienza por identificar cuándo y en qué situaciones o con qué personas aparece esta creencia limitante en tu cabeza. Hazte esas preguntas poderosas que te lleven a conocerte mejor: ¿de dónde me viene esa creencia? ¿De quién la aprendí?
Muchas veces, con eso solo basta, pero en otras ocasiones no es suficiente, y se requiere acudir a otras herramientas. Ya sea con ayuda profesional, ya sea con terapia, coaching, lectura de libros que proporcionen mayor entendimiento o formando parte de un círculo de amigas que te asistan en este proceso. Es fundamental tener paciencia y respeto por el proceso individual de cada una para trabajar esas creencias limitantes.
¿Sabías que el 95% de los hombres se postula para una nueva posición sin cumplir muchas veces ni siquiera el 50% de los requisitos que el puesto demanda? ¡Imagínate! Mientras que las mujeres solo se postulan cuando sienten que cumplen el 95% de esos requisitos. Ha llegado el momento de que saquemos esa valentía y esa fuerza interior que llevamos dentro.
Ya es hora de que saquemos esa valentía, esa fuerza interior poderosa para que nos lleve atrevernos a decir ¡SI!, si puedo hacerlo, si me voy a lanzar, si estoy lista para ese nuevo rol sin miedo y con toda la certeza de que YA con lo que Yo Soy, ¡soy Suficiente!
Ivett Casanova