En mis sesiones de coaching de liderazgo y mentoría de carrera, uno de los temas más comunes que las mujeres me plantean es el de “desarrollar la capacidad de influencia.” Es una inquietud genuina que nace no solo de querer tener un mayor impacto en sus roles y obtener resultados de manera rápida y sin tanto sacrificio, sino que también surge de un deseo profundo de liderar desde un lugar de autenticidad y con propósito.
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La influencia, especialmente en el liderazgo femenino, no se trata simplemente de tener autoridad o de hacer que otros sigan órdenes. La verdadera influencia es mucho más poderosa y transformadora: se basa en la habilidad de conectar, inspirar y motivar a otros hacia una visión compartida.
Sin embargo, en un mundo donde aún persisten estereotipos, creencias limitantes y barreras, muchas mujeres encuentran desafiante construir esta influencia sin renunciar a quienes realmente son.
Entonces, ¿cómo podemos liderar con impacto sin perder nuestra autenticidad?
¿Cómo construimos una influencia basada en la conexión genuina y el propósito?
Voy a responder estas preguntas, comenzando por diferenciar lo que es Autoridad vs. Influencia.
¿Dime en quién piensas cuando te hablo de la palabra “autoridad”?
claramente, con la pareja también.
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Quizás te vino a la mente tu papá, tu mamá, alguno de tus abuelos o esa figura de casa que era la que daba órdenes. Sí, desde allí nos viene este concepto. Desde que somos bebés aprendemos a identificar quién tiene la autoridad en casa y luego, conforme avanzamos en la vida, vamos identificando esas figuras en la escuela, en nuestra comunidad, en nuestro país, en nuestro círculo social, en el trabajo y, claramente, con la pareja también.
Hablemos de algunas de las características de la autoridad. La primera es la legitimidad, es decir, esa persona que es aceptada y reconocida por los subordinados, sea que nos guste o no; al final, la aceptamos y la legitimamos. Por ejemplo, el director de la escuela o tu jefe. Otra característica de la autoridad es que implica intrínsecamente la capacidad de tomar decisiones que afectan a otros, y esta capacidad se basa en la posición que ocupan en la estructura organizativa. También la autoridad está asociada a la responsabilidad y la obligación. Aquí quiero citar a Peter Drucker, en su análisis de la responsabilidad gerencial, donde dice que la autoridad conlleva esa responsabilidad de rendir cuentas por las decisiones tomadas. Sí, sean para bien o para mal, seguramente hemos vivido y visto cómo esa figura de autoridad es la que corre con las consecuencias negativas o con las ganancias o la satisfacción de las decisiones que toma. Y una última característica de la autoridad que me gusta mencionar, porque marca la diferencia con la Influencia, es que la autoridad conlleva el poder de sancionar o recompensar. Ponte a recordar cuando eras pequeña: si no hacías tus deberes escolares como se esperaba, ¿quién te imponía las consecuencias? Seguramente esa figura de autoridad.
Entonces, vemos que tener autoridad muchas veces es hasta más fácil que tener influencia, porque viene asociado a ese rol que jugamos en esa estructura organizativa (familia, trabajo, círculo social, comunidad, etc.). Ese rol que ya trae implícitas estas características y que nos lleva a actuar sintiéndonos con el derecho a, y además, esperando que los otros nos cumplan como deseamos.
Sin embargo, cuando hablamos de influencia, ¡ay! Allí el panorama se complica. Por ello, es un tema recurrente por desarrollar en las mujeres.
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Cuando hablamos de influencia, no estamos hablando de una posición de poder que te da derecho a que otros te obedezcan. La influencia es una habilidad de liderazgo más compleja, profunda y muchas veces mucho más efectiva que la autoridad. Mientras que la autoridad puede pedir obediencia, la influencia logra compromiso, motivación y, sobre todo, resultados o logro de objetivos.
Para John C. Maxwell, uno de los grandes expertos en liderazgo, la influencia se construye a través de la confianza, el respeto y la conexión genuina con las personas. Esto quiere decir que la influencia no se impone; se cultiva. No está respaldada por una estructura jerárquica, sino por la manera en que te relacionas y conectas emocionalmente con los demás.
Esta habilidad se vuelve fundamental, pienso, en la vida de todos, porque te puede llevar a lograr tus objetivos de manera rápida, con excelencia, con fluidez, ¡o simplemente lograrlos!
¿Y cómo puedo saber si soy una mujer con capacidad de influencia?
Te invito a responderte a ti misma reflexionando sobre las características de la Influencia.
Basándonos en la visión de expertos como Maxwell y otros estudiosos del liderazgo, tenemos que algunas características de la influencia son:
• Relaciones y Conexión emocional: la influencia se construye sobre una base sólida de relaciones. Debes estar siempre dispuesta a invertir tiempo en desarrollar conexiones genuinas con los demás, ya sea tu equipo, colegas, proveedores, amigas, etc. Desarrollas tus relaciones cuando conoces los intereses, desafíos y motivaciones de los demás, lo que permite generar un ambiente de confianza donde las personas se sienten valoradas y escuchadas por ti.
• Inspiración y Motivación: La influencia no se trata de dar órdenes, sino de inspirar a los demás a querer ser parte de una visión compartida. Este aspecto de la influencia se basa en tu habilidad para comunicar el propósito detrás de tus acciones. ¿Te acuerdas de esa persona en tu familia o escuela que siempre se le ocurrían proyectos buenísimos y que motivaba a todos a apoyarla? ¿Por qué crees que todos la seguían? Porque compartía un propósito mayor, porque comunicaba su visión con pasión. Como bien señala Maxwell, la influencia mueve a las personas hacia un objetivo porque ven en él algo significativo, algo que también desean alcanzar y que agrega valor.
• Credibilidad y Consistencia: sin ellas, no hay influencia duradera. La consistencia en las acciones y la integridad en el comportamiento son fundamentales para que las personas confíen en ti. Esto implica ser congruente entre lo que piensas, dices y haces, y actuar de acuerdo con tus valores y principios. Este es uno de los grandes secretos de las personas influyentes: ser consistentes y coherentes, porque generan credibilidad.
• Empatía y Escucha Activa: Una líder que realmente escucha y entiende los puntos de vista y necesidades de su equipo no solo construye confianza, sino que muestra un interés genuino en el bienestar de los demás. La empatía es la vía para conectar en un nivel profundo y dar soporte de manera auténtica.
Construir Influencia sin Autoridad
Como les he compartido, construir influencia es un arte que requiere tiempo, consistencia y dedicación, y muchas veces es más desafiante que ejercer autoridad formal. La influencia invita a los demás a unirse voluntariamente a una causa, no porque sea una obligación, sino porque creen en ella.
La buena noticia que te tengo, es que la influencia no es un don reservado a unos pocos, sino una habilidad que cualquiera puede desarrollar y fortalecer a lo largo de su vida.
En un mundo que a menudo define el éxito mediante títulos, estereotipos y jerarquías, las mujeres venimos desafiando esa visión y creando un liderazgo basado en la autenticidad, el propósito y la conexión genuina. Por eso recuerda que la verdadera influencia no exige obediencia; inspira a otros a unirse en una causa compartida y significativa.
Así que te pregunto: ¿Estás liderando de verdad o estás gestionando desde la comodidad de la autoridad?
¿Te has detenido a pensar si tu presencia inspira y moviliza o si simplemente garantiza el cumplimiento?
La influencia comienza en cómo te ven y cómo se sienten contigo.
Ser una mujer influyente no es cuestión de títulos; es cuestión de cómo tocas y transformas las vidas de quienes te rodean.
Ivett Casanova